Sobre la bohemia. Nunca existe un horario, o un lugar, solo hace falta un motivo, un nombre, una razón, una pérdida, un logro, una copa en la mano. Pero de todas ellas, solo te recuerdo a ti. Una minúscula averiada en el cartel que siempre daba la bienvenida. Y de todos ellos, solo lo recuerdo a él. Un hombre poco digno para ella, un tipo bajo a media esquina.

Nunca le conocí un jueves, y ella nunca volvió a mirarme. Y en el tiempo, me extravié al fondo del pasillo, esperando la sonrisa de una tipa menos vulgar que cualquiera. Pero ella era digna, a pesar de su exquisita lengua. Y entre copas, se rindió a mis pies, como si fuera algo para ella, algo así como el amor. Ese amor que no se descuida, y que te espera alborotada, casi tanto como yo.

Pero no todo es delicia, llegan un par de monjas, se sientan junto a la barra, y sin pensarlo acusan entre miradas mi falta de compañía. Nunca fui a beber solo, porque siempre pensaba en ti. Y siempre creí que con eso bastaba. Y entre la falta de caricias, y la abundancia del alcohol, preferí inhibirme con mucha pena, muchas de mis necesidades. Porque todavía te extraño.

Y entre la humareda, y la poca seriedad mía, se me acerco una muchacha, que espero gracias a mi embriaguez fueses tu, linda. Y la imagino como si fueras tu. Y la pienso como si también ella se rendirá para mí. Pero es poco el tiempo que llevo, y las venas aún puras, llevan al desenfrenado delincuente que soy, y sin pensarlo dos veces, la secuestro, y la beso como si fueras tu. Como si se tratara aún de ti.

Pensarte, claro está, que es un problema muy serio. Pero en esta lucha entre lo correcto y el delirio, prefiero hacerle caso a mi cerebro. Porque no hay nada que se pueda hacer sin ti. Porque todo el tiempo me has enseñado que hacer el amor contigo, resultaría altamente adictivo. Y aquí estoy, perdido en el tiempo, tratando de hurgar entre mis intimidades y ver si por ahí me topo contigo, o tú decides venirte conmigo.

Pero hoy no existe lugar para ella. Y aquí solo estoy tratando de mudarme. Abandonar desesperadamente este tibio corazón, que resulto más fiel que yo en el amor. Porque él te quiere solo a ti. Porque a él le cuesta mucho más envenenarse la sangre. Pero a ti poco te importa. Te resulta mas creíble hacerte la fantasma, y dejarme podrido al fondo del pasillo.

Sobre mi adicción, no he tenido ningún problema, salvo por el dinero cada vez mas ausente, como tú. Sobre mis mejores días, debo decir, ahora resultan más sinceros, más sencillos, menos fríos, a pesar de que ya no son contigo. Y no pienso volverme a ti, y ya no vuelvas. Quédate a donde te fuiste, aquí ya solo mi corazón te extraña, y yo no pienso nunca envenenarme por ti.